martes, 8 de agosto de 2023

RECREACIÓN LITERARIA DE UNA TRAGEDIA POZARRICENSE (CUENTO “LA NOCHE DE LA SÉPTIMA LLAMA”)

    RECREACIÓN LITERARIA DE UNA TRAGEDIA POZARRICENSE (CUENTO “LA NOCHE DE LA SÉPTIMA LLAMA”)

 

                                                                      Por Mario Ángel Román del valle

 

       Muy interesante y entretenida resulta la lectura del cuento “La noche de la séptima llama”, del escritor hidalguense Gonzalo Martré.

      Existe en esta obra de ficción literaria una muy buena descripción del mundo laboral petrolero y de su correspondiente cultura en los años del gran auge económico de nuestra ciudad, los que van de 1932 a 1988. Si bien la historia de Martré se centra alrededor de los años cincuenta.

      Dentro de esa cultura obrera petrolera, que es parte central de nuestra historia social y de su identidad comunal, hay un aspecto de innegable raigambre, y es el relativo a las relaciones que se gestaron en torno al alcoholismo y la prostitución; que fueron, a no dudarlo, los elementos de diversión más constantes de un proletariado que debía enfrentar durísimas condiciones de vida y de trabajo. De forma tal que durante los primeros sesenta años de vida de Poza Rica, mientras proliferaban bares, cantinas, prostíbulos y zonas rojas (algunas de ellas celebérrimas), el funcionamiento de escuelas, bibliotecas, parques y centros culturales fueron verdaderos garbanzos de a libre en la otrora “capital petrolera del país”. 

       El otro lado de la moneda de esta cultura obrera la tenemos en el trabajo constante, rudo, muchas veces abnegado, y cruento en ocasiones de los obreros del petróleo. El autor mismo de esta crítica-reseña fue trabajador por 17 años de la industria. Y sabe de lo que habla. Me parece muy buena la parte en que se refieren las labores de perforación:

                           Desde dos días antes, el Samotracia 5, probaba en los análisis de las muestras, la existencia de una venero extraordinario. Se esperaba de un momento a otro que el muestreo indicara la necesidad de suprimir la presión hidrostática de la columna de lodo de perforación y liberar el producto a través de la tubería. Se temía una venida violenta, impetuosa, con una posible destrucción de la torre. Las conexiones superficiales, los preceptores de la subestructura estaban listos para cerrar el pozo en caso de emergencia. Los hombres en sus puestos, nerviosos, prontos a actuar.

            El ruido de los motores diesel ensordecía. Los focos atraían miríadas de mosquitos. El calor de los motores hacía bochornoso el lugar. Acevedo no quitaba la vista de las maniobras. Se perforaba despacio, empalmando tubo tras tubo a la ligada. Cada tubo empalmado podría ser el último. Consultó su reloj. Las tres de la madrugada. Le ordenó a un ayudante que le trajera un refresco del refrigerador de su camioneta. El tubo empezaba a bajar poco a poco. ¡Despacio, muy despacio!, ordenó Acevedo. ¡Todos listos! El ayudante le dio el refresco. Dentro de una hora, aproximadamente. Radiaría a Poza Rica la noticia del año. El Gigante Samotracia 5, empezaría su historia. Ingeniero, le avisó el ayudante, le llaman por radio. Supuso que Merino deseaba noticias. Acostumbraba llamarle a las horas más insólitas. Ese hombre no descansaba nunca. Imposible separarse del pozo. Contesta, le dijo al ayudante. El tubo penetraba como falo erecto en el coño de una virgen. Lento, lento, preciso. Los lodos eran muestreados cada diez minutos en la malla de la temblorina. Los químicos trabajaban con las camisas mojadas de sudor”.

 

 

       La trama del cuento gira alrededor de 5 personajes principales (algunos de los cuales son prototípicos de nuestra historia local):   

       Segismundo, Segis, “el chango” de perforación, por tanto, trabajador petrolero especialista; parrandero, mujeriego, golpeador de su esposa, derrochador contumaz de su elevado sueldo. Aquí cabría apuntar que estos casos se presentaron multitud de veces en familias pozarricenses. Conozco a una exitosa profesionista (doctor en medicina) que aborrece la cultura del vicio en nuestra ciudad, y muy en especial a los petroleros borrachos y golpeadores de sus mujeres. Aunque, por fortuna, muchos otros han sido excelentes padres de familia.

       Por su parte, el ingeniero Acevedo es un técnico en perforación, verdadero experto en esa vital área de la industria energética. Es presentado como uno de los “ases” con que contaba el poderoso y arbitrario Jaime J. Merino, para la delicada tarea de encontrar nuevos y productivos campos petroleros.

       El propio ingeniero Merino es otro de estos personajes. Como todos sabemos, fue el superintendente de Pemex en Poza Rica, entre 1944 y 1958. Los datos históricos demuestran que Merino fue, en los hechos, un hombre inteligente y muy activo, que administró hábilmente al más rico centro petrolero del México de entonces, pero que al mismo tiempo, uso y abuso de la corrupción,  el control político y la violenta represión de las voces disidentes (llegando hasta el asesinato político, según denunciaban los opositores de entonces).

       Un cuarto personaje es la bellísima Arcelia, esposa del ingeniero Acevedo, pero que fue antes una codiciada soltera, pretendida por muchos jóvenes de nuestra localidad.

       Finalmente, tenemos al siniestro jefe de la policía, Fernández, quien era además el pistolero de las confianzas de Merino. Verdadero brazo ejecutor de las tareas “sucias” de la ciudad petrolerísima; “la leyenda lo Hacía responsable de incontables asesinatos”, leemos en una parte del cuento.   

        La historia hace hincapié en un hecho importante del pasado pozarricense. Una fuga de gas del quemador principal de la refinería (conocida en aquel momento como “Nuevos Proyectos”). Suceso ocurrido el 20 de noviembre de 1950 y que provocó la muerte de 26 personas, según los datos oficiales, pero que según nuestras indagaciones, bien pudieron ser entre 40 y 80. En la acción de nuestro cuento, el todopoderoso Merino acepta que resultaron “cien muertos o más”.

       Por cierto, en “La noche de la séptima llama”, el superintendente local se apresura a fijar los precios de “los muertitos”: se pagarán por “los niños 12 500 pesos, los adultos 25 mil”.

       Martré fija en la trama un triángulo amoroso que generará fuertes tensiones entre los protagonistas de la historia. Arcelia es deseada, desde siempre, por el torvo Fernández, pero este debe respetarla, porque la chica es hija de una familia respetable, y no la puede raptar “como a cualquier rancherita desconocida”. A la postre, Acevedo la hace su esposa y Fernández no queda conforme.

      A partir de ese momento, Fernández va a molestar a la pareja, llevándole clandestinas y molestas serenatas a la mujer, y formulándole veladas o nítidas amenazas al ingeniero Acevedo.

       Dentro de aquellos sucesos trágicos, el autor se permite una pequeña dosis de humor negro. El despilfarrador Segis se entera de las indemnizaciones: 

      

            “Segis deseaba en ese momento, tener un primo, tío o tía soltera en la Cortínes; le darían al menos veinticinco mil pesos. ¡Qué lástima no tener parientes ahí! Todos vivían al otro extremo de la ciudad. Veinticinco mil de un sopetón. Alcanzaban y sobraban para sacar a “Ojos de aguamarina” del burdel. Ponerle casa. Tenerla en la cama sin necesidad de emborracharse tanto. En la cama, sin falsedades ni prisas, sino cariñosa, retozona y agradecida, porque al fin la sacaba del burdel. La tendría siempre y no botaría la billetiza en la zona. Quizá su sueldo alcanzara para las tres mujeres. Desde luego, la mayor parte a la güera. ¡Sueños!”

 


       El final del cuento no puede ser más terriblemente trágico.  Acevedo encuentra muerta a su esposa, en su propia recámara, y junto al cadáver de la bella mujer, está el cuerpo de un desconocido. Ambos desnudos y sorprendidos por la fuga de gas en pleno acto sexual, quedaron ahí.  El exitoso ingeniero perforador  miente, pues aseguraba que el fallecido era su hermano, que estaba de visita. El cornudo se apresta a cobrar 100 mil pesos de indemnización, porque él es un funcionario distinguido de la paraestatal petrolera.

     Vale la pena apuntar unos breves datos del autor de “La noche de la séptima llama”. Gonzalo Martré (1928) es un experimentado periodista, novelista, cuentista y crítico literario.  Fue Argumentista por nueve años de Fantomas, La Amenaza Elegante, historieta publicada por Editorial Novaro. Actualmente, considerada una historieta de culto. Entre sus principales novelas se pueden mencionar “Safari en la zona Rosa” (1970); “Los símbolos transparentes” (1978); y “Pájaros en el alambre” (2000).

      Debe señalar algunas imprecisiones históricas contenidas en el cuento. La colonia de los hechos no fue “Cortines” (la cual nunca ha existido), sino la céntrica Flores Magón.  En alguna parte se describe a la zona roja del merinismo como “moderna”, y por supuesto que las distintas zonas rojas pozarricenses siempre han sido inmundas, altamente insalubres y absolutamente sórdidas, y con todo ello, también altamente populares.

       Asimismo, el autor omite un elemento central de aquellos hechos históricos. Pues desde un par de años antes de la tragedia, Merino había venido presionando y amenazando a las familias y los comerciantes que, de forma irregular, habían venido ocupando predios de aquella zona citadina aledaña a la refinería. Pues el “jefe” Merino deseaba, con su voracidad insaciable, formar un fraccionamiento moderno, que le diera pingües ganancias. Y, curiosamente, el conflicto se resolvió –como algunos otros-, con muertos de por medio.

       

             Otra imprecisión grande.  Martré menciona una supuesta balacera entre trabajadores disidentes y los pistoleros merinistas, con saldo de varios muertos. Como ficción literaria pudiera pasar por el sesgo dramático, pero nada más alejado de la realidad. Si hubo balaceras y golpizas, pero sólo del lado de los pistoleros; los opositores se defendían con denuncias públicas, movilizaciones y plantones de protesta y, sobre todo, con la postura moral y valiente de sus extraordinarios líderes como Fausto Dávila Solis, Teodoro Tapia Martínez, Herberto Martínez Velázquez y Enrique A. Castillo, por citar sólo a unos cuantos de ellos.

 


     Por otra parte, encuentro un gran acierto histórico en este cuento de Martré. El reconocimiento y puntual descripción del poder discrecional del cacique Merino, quien manejaba todos los hilos del poder económico, político e incluso policiaco del centro petrolero. En la ficción referida queda muy claro que manejaba a todos a su entero antojo. Desde el presidente municipal, el secretario general de la Sección 30, el jefe de la policía, los gerentes de los bancos, hasta el último obrero de Pemex. Así, es muy verídica la forma en que Merino “compró” a la prensa local, con 25 mil pesos para cada director, los cuales aceptaron el soborno, más que gustosos.

        En fin, el cuento “La noche de la séptima llama” es una lectura amena, interesante y muy provechosa para asomarnos al mundo del pasado pozarricense. Por ello, debe conocerse y valorarse por todos los que amamos a la pujante, industriosa, caótica, pero siempre generosa Poza Rica.

 

 

 

 

 

 

De “Un hombre que cae está enfermo de gravedad”

por livia diaz

"El poema es un pequeño objeto de artesanía". Es el poeta un obrero, un artífice, un creador... "ya la vez, jugando con la idea de la Autotomía--la automutilación de la que nos hacemos objeto al quitarnos el poema, al escribirlo, al poner el punto final- --, sabemos que nos crecerá otro y otro y otro y eso nos vuelve obreros".


Así trabaja la visión, los ángulos, desde el sillón rojo. Las palabras las mismas en orden distinto, en donde observa al poeta Eduardo Hidalgo y que está escribiendo a lo largo de los años. Ayer estaba en Chiapas presentando un libro. Otro canto al hombre que no tiene remedio: Yo. -Me lo dice en entrevista y en poema:


Desde una rama de aire

la idea

de mi muerte

me observa


Eduardo Hidalgo (Huixtla, Chiapas, 1963). Es poeta y narrador. Ha merecido el Premio Estatal de Poesía Ydalio Huerta Escalante, el Premio Regional de Poesía Rodulfo Figueroa y el Premio Sureste de Poesía Roberto López Moreno. Su penúltimo poemario es Terminará en Lágrimas (2008).

 

Ya ganó, ya le publicaron "por fin". Termino de presentar su libro ayer en Chiapas. Yo le digo, él dice. Todos escuchamos:


En " Eco negro " (blogger), entre otros lugares, escribe:

"¿Leerán los monos?... ¿Me escucharán las nubes?... Me dan risa las mujeres que “se mueren” por mí". Y después lanza una amenaza: …"En el 2013 habrá gran actividad solar. La palabra se verá amenazada por cierto amor excesivo profesado por la estrella de esta historia. Arderá en muchos puntos del planeta. Muchas cosas se romperán a causa de eso.

En nuestra infancia inquisitiva nunca imaginamos, cuando nos preguntábamos por el futuro, separados, lo que se dice ahora del 2012, del 2013. Pero qué importa: estaremos juntos. Este día es glorioso porque te sé dormida en nuestra cama. Más tarde vendrás a mí con el reclamo, tú sabes, de esta ínfima separación. No importa, te digo: estás viva y el sol aún no quema nada, y no se rompe nada más que el silencio." Y añade la etiqueta (tag) "Incéndiase en caso de ruptura."


El poeta escribe en " poemauerte ". El hombre que cae, en su libro, cobra vida. En diferentes entrevistas muestra caras distintas del mismo prisma. A la tercera pregunta (P), cae la respuesta para este texto (R): 


P.- ¿Qué te exige la arquitectura de un poema? 

R.- Me exige una lógica interna de un discurso más cargado hacia la forma en un inicio, pero al final, me es muy importante comunicar algo, dar al que busca (lector), ese hallazgo triunfal, esa posibilidad de regresar al texto y ver más de una cara en él. Lograr que el texto tenga una lectura, digamos, fácil de entrada, en términos generales. 

Hacer que el texto sea independiente y que a la vez establezca vasos comunicantes con los que coexisten en el libro.


La repregunta ¿Por qué no tienes remedio? 

P.- "No tengo remedio, porque pienso en libro".


Volviendo a la técnica, explica: “Mi técnica es personal (aunque es muy probable que la comparta con muchos), y quiero pensar que ha ido mejorando. Ahora que lo pienso, mi técnica es el reposo, el dejar que el tiempo coloque cada texto en su lugar lógico."


UN HOMBRE QUE CAE ESTÁ ENFERMO DE GRAVEDAD

El libro presentado (el 18 de julio de 2014) obtuvo en 2009, el Premio Sureste de Poesía Roberto López Moreno, Fue un premio modesto que no apareció en la publicación. Por tres años estuvo esperando ser publicado por una institución que no quiero mencionar hasta que en febrero de este año, gracias al apoyo de Marco Antonio Orozco Zuarth, pude lograr que CONECULTA lo publicara.


P.- ¿Qué tiene este libro que no tendrán los demás?

R.- Es un libro donde hay un estilo ya marcado, reconocible, con recursos, si bien no "originales" (quién lo es a estas alturas), sí asimilados y apropiados, amalgamados, mezclados armónicamente y una serie de temas que se enlazan para osarse suavemente en la mente del lector. Es y no es como mis libros anteriores: ves en él un poema extenso y fraccionado como en Eco negro o tiempo de agua o La muerte es un lugar común , pero también puedes percibir los recursos de Viene de antes y Me pregunto si .


CON LOS TIEMPOS A FAVOR

Todos los poemas se pueden escuchar en linea . La tecnología es el lugar de los poetas en la actualidad. Pueden tener su Fanpage como Eduardo Hidalgo para compartirse con todos. Pueden llegar con las palabras a todas partes y casi en todos los momentos. Al lector, al posible lector, a los amigos y las amigas. Así ha sido el encuentro con un poeta amigo con el que compartimos un encuentro en pleno huracán Stan en el Centro cultural Jaime Sabines, en donde se presentó el libro.


En los tiempos que corren es justo preguntarle al poeta ¿cómo hace las cosas? ¿Y por qué? Por quién, lo dice en entrevistas. Por el hombre que cae de la Torre del Trade World Center el 9 de septiembre de 2011; por el amigo que perdio la vida en un rio. Por el que busca su mal en su caída.


En otra pregunta, entreverada, como se ha optado por plasmarlas aquí, el poeta responde que es el único poeta de su colonia y por tanto el más destacado. “Mi manera de escribir parte del caos, normalmente, de una frase que surge de una lectura o otros elementos--entiéndase música, cine, TV, amigos, pareja... Los textos que quizás no son poemas de inicio, sino un pedazo de madera al que voy dando forma se encuentran después un lugar en una sección de un libro, o en la papelera de reciclaje.”


El poeta entrevistado ejemplifica su dicho “aquí un intento de poética: Entra un grano de palabras en mi mente, una sólida gota de idea. Mi molesto pensamiento la rodea, la empieza a interrogar, la cubre de capas de juegos y sueños y luz, la cubre la cubre la cubre, la cubre la cubre, la cubre y la rodea hasta una redondez ya soportable. Así nace el poema”.


Del lector (en “Tema de amor”), parece responder: “removerá esta palabra como escombro Abrirá otras palabras como latas Como tapaderas Como puertas o cortinas que develen lo que quiere ver Lo que quiere oír Se reconocerá en la impudicia del verbo que sembró con beneplácito de muchos La estirpe de esta larga retahíla de mandatos fatuos De tercos atracos al tiempo De señales que fueron marcando los aquís Los allás Como sitios de tesoros falsos Como equis realización Que la harán confundir el fin Con el final…”


MARCADO POR LA CULTURA Y POR LA COMUNIDAD

Dijon, en la FM de Tuxtla, que “el poeta está sonando en todos los medios”. En “Charlas culturales”, el 13 de julio, dijo que tiene elementos que lo reúnen, el agua, la piedra, ser huixtleco, ser chiapaneco, pero que más bien se considera un ciudadano del mundo. Que busca, como otros, que su apellido y su familia sea distinguida, que sus amigos lo quieran, que se le quede a alguien, prendido, en el alma.